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Act IV, Escena XV
Cleopatra y el cuerpo de Antonio.
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CLEOPATRA:
¡Al fin, mujer tan sólo!
Y por las mismas míseras pasiones
Regida yo, que la infeliz que ordeña,
O cumple las haciendas más humildes,
Me corresponde á mi lanzar mi cetro
A la faz de los dioses que me ofenden,
Decirles que era igual mi mundo al suyo
Si robado mi joya no me hubieran.
Terminó todo. Resignarse es necio,
Y es de perro rabioso impacientarse,
¿Ir a la oculta casa de la muerte
Es pecar, si la muerte no nos llamas?
Mujeres, ¿cómo estáis? ¡Ah, vamos, vamos!
¡Tened ánimo! Carmia, y bien, ¡qué es ello!
¡Hijas mías! ¡mujeres! ¡ah! ¡mujeres!
¡Ved! La lámpara nuestra se consume,
Se apagó. Tened ánimo, señoras.
Enterrémosle; y luego, cuanto sea
Noble, al par que animoso, cumpliremos
A la romana usanza. De nosotras
Haremos que la muerte se enamore.
Venid, pues. De ese espíritu gigante
Está ya yerto el envoltorio. Vamos.
¡Damas! ¡Ah, damas! Réstanos por suerte
Como amigo el valor y pronta muerte.
(Sale. Se llevan el cuerpo de Antonio)