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Acto III, Escena II
Volumnia, Coriolano and Menenio.
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VOLUMNIA: Sois demasiado absoluto; aunque nunca podríais serlo bastante, salvo cuando se impone la extrema necesidad. Os he oído decir que el honor y la política, como amigos inseparables, crecen juntos en la guerra. Siendo así, decidme ¿qué perdería el uno o la otra si lograran también ponerse de acuerdo en tiempo de paz! […] Si en vuestras guerras es honroso parecer lo que no sois (y es política que adoptáis para vuestros mejores fines) ¿por qué no lo será en tiempo de paz? ¿No sirve al mismo propósito en la una que en la otra? […] Porque ahora sólo consiste en vos que habléis al pueblo; no obedeciendo a propia inspiración, ni por lo que el impulso de vuestro sentimiento dictaría, sino con palabras que emanan de la boca, como hijas bastardas, y no comprometen la fe de vuestro corazón. Esto en manera alguna os deshonraría más que el apoderaros de una ciudad con palabras benévolas, cuando de no hacerlo así os costaría arriesgar vuestra fortuna y derramar al acaso mucha sangre. Sería yo infiel a mi' propia naturaleza si, cuando mi fortuna y el riesgo de mis amigos me lo exigen, no procediera así. En esto soy la voz de vuestra esposa, de vuestro hijo, de estos senadores, de los nobles. Pero vos preferís mostrar a la generalidad de los plebeyos vuestro ceño, que gastar con ellos dulces palabras, cuando estas quizás, ganando su afecto, salvarían la patria. […] Ruégote, hijo mío, que vayas a ellos y les saludes e hinques la rodilla en tierra (porque en esta clase de asuntos la elocuencia consiste en la acción, y los ignorantes se dejan persuadir más por los ojos que por los oídos); con tu benévolo saludo corrige y desmiente tu inflexibilidad; muéstrate dócil y humilde como la fruta madura, que cede apenas la tocan. O bien diles que eres su soldado; y acostumbrado a la rudeza del combate no te has adiestrado en aquella suave manera que, según confiesas, debías haber usado al pedir sus votos; pero que en adelante ajustarás a ella tu conducta hasta donde alcancen tu persona y tu poder. […] Te lo suplico. Ve y consiente en ser dirigido; aunque conozco que más bien seguirías á tu enemigo a un abismo de fuego, que adularlo en un vergel.